Por Pablo Pérez García-Villoslada, Managing Partner de Bondo Advisors
La consolidación tecnológica ya no es solo un movimiento empresarial: es una respuesta estratégica a un cambio de paradigma. La irrupción de la IA, la automatización y la escasez de talento cualificado están reconfigurando las decisiones de compra y venta de empresas. En este contexto, el mercado de fusiones y adquisiciones se convierte en un termómetro que revela hacia dónde se dirige realmente el ecosistema digital europeo.
El mercado ya no compra tamaño: compra capacidad de futuro
Durante años, el M&A tecnológico estuvo asociado a un impulso casi obsesivo por el crecimiento. Se buscaban volúmenes, cuotas de mercado o presencia internacional con una rapidez que, en ocasiones, iba por delante de la rentabilidad real. Sin embargo, el ciclo actual ha dado paso a una lógica diferente: la racionalidad ha ganado terreno.
Hoy, las operaciones se cierran sobre fundamentos más sólidos: ingresos recurrentes, churn controlado, equipos capaces de sostener la innovación y modelos escalables sin distorsionar la estructura de costes. La llegada masiva de la IA ha acentuado aún más esa mentalidad: ya no basta con crecer rápido, hay que demostrar que ese crecimiento es sostenible en un entorno donde los patrones competitivos cambian a gran velocidad.
Por eso, los compradores buscan menos “adquisiciones aspiracionales” y más compañías que aporten tecnología propia, talento difícil de replicar o posicionamientos muy definidos en nichos estratégicos. La adquisición se ha convertido en una herramienta para anticiparse, no para improvisar.
La digitalización masiva de la última década ha consolidado a España como un nodo atractivo para inversores internacionales. El país se ha convertido en un punto de intersección entre Europa y Latinoamérica tanto por talento como por madurez tecnológica. Surgen compañías con modelos de negocio sólidos, con expansión internacional y, sobre todo, con métricas de eficiencia que las hacen especialmente competitivas.
Este contexto explica el auge de operaciones cross-border: grupos extranjeros detectan en España un ecosistema digital capaz de generar innovación real y con costes de entrada inferiores a los de otros hubs europeos. Para las empresas españolas, integrarse en grupos internacionales ofrece acceso a inversión, tecnología y mercados que sería difícil alcanzar de manera orgánica.
En un entorno donde la escalabilidad es esencial, la conexión entre ecosistemas se convierte en un acelerador natural de oportunidades.
La disrupción de la IA añade una capa completamente nueva al M&A. Cualquier análisis de compra o de venta se enfrenta hoy a la de cómo afectará la IA al modelo de negocio en los próximos tres a cinco años.
Las empresas que no tienen una respuesta clara lo notan rápidamente en su valoración. No porque se asuma que desaparecerán, sino porque la competitividad futura depende de entender qué procesos pueden automatizarse, qué ventajas diferenciales pueden desaparecer y, sobre todo, qué capacidades tecnológicas deben reforzarse para seguir siendo relevantes.
Por eso, las compañías que integran IA de forma estratégica, como motor de eficiencia, como palanca de personalización o como parte central de su propuesta de valor, están adquiriendo un atractivo mayor. En paralelo, las que dependen en exceso de procesos manuales o de estructuras pesadas son evaluadas con mayor cautela.
El M&A está empezando a reflejar algo que hasta ahora se intuía, pero no se verbalizaba: la IA no es una funcionalidad tecnológica; es un criterio de viabilidad empresarial.
Por otra parte, la transformación profunda del mercado está provocando un fenómeno nuevo: muchos fundadores y propietarios deciden vender no por debilidad financiera, sino por anticipación estratégica. Saben que el ritmo de innovación será cada vez más exigente y que la competencia se moverá con más velocidad.
Lejos de la narrativa tradicional de “venta por necesidad”, está ganando peso una visión más pragmática: la venta como mecanismo para asegurar el futuro de la compañía, integrándola en estructuras capaces de invertir a gran escala en tecnología, talento y expansión.
Al mismo tiempo, los compradores se han vuelto más selectivos. La abundancia de liquidez de años previos ha dado paso a un análisis mucho más riguroso, donde se evalúan la solidez tecnológica, la escalabilidad del negocio y el encaje cultural. Se busca menos volumen y más sentido estratégico.
En definitiva, Europa se mueve hacia un escenario de mayor integración. Los próximos años estarán marcados por operaciones transfronterizas, adquisiciones de capacidades tecnológicas específicas y alianzas que respondan a desafíos comunes: la falta de talento especializado, la presión por innovar más rápido y la necesidad de reforzar posiciones competitivas en mercados fragmentados.
El M&A no será solo una herramienta para crecer, sino una forma de adaptar el tejido empresarial europeo a un contexto tecnológico disruptivo, donde la escala y la capacidad de inversión serán determinantes.





