Por Angélica Valle Ecosystem lead de Celo
Aunque hoy en día pueda parecer que hablar de criptomonedas es lo mismo que hablar de especulación, de burbujas, de hackers que se enriquecen de la noche a la mañana o compañías de coches eléctricos que desconciertan a los inversores y arruinan a los incautos, lo cierto es que la tecnología Blockchain y las criptomonedas están en una fase muy inicial de su desarrollo y ofrecen otras muchas posibilidades, algunas de ellas muy alejadas de la especulación y que permiten la inclusión financiera.
Al fin y al cabo, lo que permite la cadena de bloques no es ni más ni menos que una nueva forma de operar. Si lo miramos con perspectiva, el cambio es tan revolucionario como lo fue en su día el paso del trueque al comercio. En cierto modo estamos deconstruyendo el modelo de divisas al que estamos acostumbrados, en el que los ciudadanos en cada país intercambian bienes o servicios por una cantidad en la moneda correspondiente.
La economía basada en el blockchain es descentralizada, no depende de la emisión de moneda de un banco central y no tiene por qué estar referenciada al patrón oro, dólar o ningún otro modelo anterior. Lógicamente eso le ha supuesto hasta ahora una volatilidad enorme que ha llevado a algunos a obtener ganancias desmesuradas pero que lleva a aparejada un elevado riesgo financiero.
Finanzas inclusivas
Aunque esta versión poco alineada con los principios de justicia social haya sido la más visible hasta ahora, la verdad es que la economía descentralizada ofrece otras posibilidades mucho más alineadas con los principios de responsabilidad e inclusión. Los actuales sistemas y herramientas financieras descentralizados pueden emplearse, por ejemplo, para permitir que la población más vulnerable y no bancarizada pueda mejorar su situación económica.
Un ejemplo sencillo sería el envío de remesas desde Europa, por ejemplo, a países de Latinoamérica. Si se hace llegar la cantidad al destinatario a través de una transferencia bancaria o de un giro el usuario ha de asumir esperas y costes, más o menos altos dependiendo del sistema, y del cambio de divisa.
Sin embargo, si el emisor y el receptor tienen un smartphone, solo tienen que instalarse gratuitamente una criptocartera (Valoraapp, por ejemplo) para realizar transferencias de forma inmediata y con un coste mínimo (menos de un céntimo). Estas operaciones pueden llevarse a cabo con una criptomoneda estable: es decir su valor no cambia, ni se ve directamente afectada por fluctuaciones como el Bitcoin o de Ethereum.
Las criptomonedas Celo Dólar (cUSD) y Celo Euro (cEUR) fueron creadas para ese fin y conservan siempre el mismo valor que un dólar o un euro, respectivamente. Están respaldadas por una cartera de múltiples activos cripto, de forma que quienes realizan transacciones con ellas pueden estar seguros de que sus destinatarios recibirán la misma cantidad que envían.
Detrás de este ecosistema abierto, se encuentra la Alianza para la Prosperidad en la que participan, a día de hoy, cerca de 140 entidades, incluidos proveedores de tecnología, ONG, criptocarteras, procesadores de pagos y empresas de inversión. Entre los nombres más conocidos se encuentra Coinbase, C Labs, Prosegur Crypto, GSMA, Dapp, Grameen Foundation Oxfam y Deutsche Telekom, por ejemplo. La incorporación de esta última alemana ha supuesto un impulso para Celo en Europa, ya que el operador se ha convertido en validador de la red y ha abierto su API para que otros validadores Celo puedan usar su sistema de SMS para la verificación.
De momento, ya se han realizado más de 8 millones de transacciones en Celo Dólares en un año y hay más de 765.000 wallet Celo instalados en móviles y ordenadores de usuarios de más de cien países.