DeFi y tokenización frente a las divisas tradicionales

La manifiesta intención del BCE de no usar blockchain en el desarrollo del euro digital parece más una declaración de principios frente a lo que ve como competidores, que una decisión práctica. Para los bancos y entidades financieras “de toda la vida”, el desafío sólo ha estado en incorporar a su operativa todo aquello con lo cual era factible obtener beneficios. Así es como han ido poco a poco estableciendo interesantes alianzas con empresas fintech, y sumando a sus productos y servicios las innovaciones tecnológicas financieras más atractivas. Es el caso de los servicios de finanzas descentralizadas (DeFi) o los token que bancos como el Santander o el BBVA ya ofrecen a sus clientes para confirmar las operaciones sin tener que usar la tarjeta de coordenadas, entre otras cosas.

No cabe duda de que los smart contract de las DeFi ofrecen una gran ventaja a los usuarios, eliminando los intermediarios y permitiendo que interactúen directamente con la plataforma, pero lo que realmente está suponiendo una revolución en la forma de entender y relacionarse con las finanzas, es la tendencia a la tokenización que se está viviendo dentro del sector. Aunque se trata de un proceso aún en desarrollo, que ni siquiera cuenta todavía con un marco regulatorio, las posibilidades que abre son muchas, especialmente en los token basados en el blockchain de Ethereum, que se han asumido prácticamente como un estándar dentro de los entornos financieros.

Si nos paramos un momento a pensar, el dinero que usamos habitualmente no es más que una convención, algo a lo que se ha decidido otorgar un valor y sobre el que se establece el sistema de adquisición de los productos que sí cuentan con un valor intrínseco, ajeno al consenso: el dinero no se come. Entonces, si lo único que se necesita para modificar la “moneda” en juego es el consenso, los token son un elemento idóneo para cargar con diversos valores, según lo que el conjunto de los jugadores acepte darles.

La tokenización no sólo es útil para establecer una capa de seguridad más sólida a las operaciones bancarias, protegiendo los datos de los usuarios, el token también se puede usar para establecer un derecho, para pagar un servicio o casi para cualquier proceso de intercambio que se quiera, ya que admite varias capas de valor dentro de una red privada, según lo que la entidad que los emita decida.

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