Autor: Xavier Codó, Vicepresidente y Director General de Mitek en Iberia & Latam
La digitalización es arrolladora. El distanciamiento social y las restricciones por la pandemia han potenciado el uso de la banca online, plataformas de inversión y aplicaciones de compra en mercados de criptodivisas, beneficiando a las empresas fintech y dibujando un escenario digital lleno de oportunidades de negocio, pero también de retos. Uno de ellos tiene que ver con la identidad digital del usuario y los peligros relacionados con el fraude en el espacio virtual.
Pensemos en los servicios citados y en cómo cada vez más ciberdelincuentes intentan estafar a empresas y usuarios mediante técnicas fraudulentas como el phishing o la suplantación de identidad. Hacerse pasar por otra persona es mucho más habitual de lo que podamos pensar y hay auténticos especialistas interesados en lucrarse desbancando la identidad de otro usuario. En este sentido, hay varias formas para hacerlo, y el refinamiento es cada vez mayor.
No es baladí para las empresas fintech, las cuales deben tomarse en serio esta circunstancia para evitar pérdidas económicas que pueden llegar a afectar directamente a sus clientes. Así, la confianza del usuario en una compañía se puede ver profundamente dañada y eso suponer un revés difícil de superar. El negocio de la banca siempre ha estado vinculado a la confianza y ese es uno de los grandes desafíos al que se enfrentan los negocios emergentes.
A pesar de lo populares que se han vuelto en los últimos años las fintech, este sector se sitúa a la cola de las empresas que más confianza generan entre los usuarios españoles para gestionar sus ahorros, según refleja un reciente informe elaborado por Deloitte. Un paso fundamental para revertir dicha situación es que tanto entidades financieras como startups apuesten por métodos de seguridad basados en la verificación de la identidad digital.
La protección de la privacidad por bandera
Todo empieza en los procesos de alta: es la primera oportunidad que tiene una empresa para demostrar que es segura. Si una aplicación cuenta con mecanismos para verificar la identidad de una persona, ese usuario tendrá la certeza de que la compañía en cuestión se toma en serio la protección de su privacidad. Del mismo modo, la empresa puede asegurarse así de que el nuevo cliente es, efectivamente, quien asegura ser, descartando cualquier posibilidad de intento de estafa.
La tecnología de verificación de la identidad digital de Mitek, por ejemplo, se basa en una solución que se integra en el diseño de la marca, trabajando en segundo planto y estableciendo un control del fraude con inteligencia artificial. El software comprueba si una foto o un vídeo de alguien coincide con su documento de identidad. Luego, unos agentes humanos expertos en detección de irregularidades realizan varias comprobaciones para chequear que está todo en orden. La actuación híbrida, combinando lo mejor de la tecnología y de los humanos, reduce las amenazas prácticamente por completo.
En este caso, hablamos de soluciones biométricas para poder capturar y leer una huella dactilar o un rostro. Esta metodología presenta claras ventajas tanto en seguridad como en experiencia de usuario en comparación con las contraseñas u otros modelos más tradicionales. Sin embargo, los avances en deepfaking, por ejemplo, nos advierten de que los cibercriminales están siempre perfeccionando su técnica. Esto indica al sector financiero, bancos y fintech, así como a proveedores de soluciones digitales, que la carrera no tiene meta. No hay que frenar en ningún momento.
Porque no olvidemos que el cliente demanda seguridad, pero también facilidad de uso, rapidez, buen diseño de interfaz, etc. Ante esto, lo más sensato es combinar métodos biométricos con soluciones de verificación trabajando en segundo plano y, a su vez, segundas barreras de seguridad, como puede ser una pregunta, un código de comprobación vía SMS o email, o cualquier otro. En definitiva, blindar al máximo al usuario y, en el caso de la empresa, tener muy claro con quien está tratando.
Una de las ventajas para el entorno fintech y también para Mitek es la puesta en marcha del sandbox en España. Un campo de pruebas para probar en el terreno y homologar una nueva generación de soluciones de verificación de la identidad digital que, sin duda, estimulará mucho más la confiabilidad de los bancos y startups. Tanto es así, que se prevé una mejora de la inversión, una minimización de errores en las tecnologías que vayan surgiendo y, cómo no, un impulso total de la innovación. Esa es la llave del sector para poder ganarse la confianza del usuario, al menos, en primera instancia.