El sector sanitario está en pleno ojo del huracán. El desarrollo de la pandemia no sólo ha puesto de manifiesto lo esencial de contar con un sector fuerte, sólido, innovador y resiliente, sino que también lo ha colocado en el centro de las esperanzas mundiales por salir airosos de esta situación y, por la misma razón, ha sido (y sigue siendo) el blanco de numerosos ataques informáticos enfocados tanto al secuestro de datos como al robo de las investigaciones médicas.
Resulta evidente que la situación generada por el covid ha obligado a implementar una serie de medidas en todo tipo de entidad, ya sea pública o privada, para minimizar el riesgo de contagios y, en muchos casos, las herramientas digitales han sido fundamentales para garantizar el distanciamiento, evitar las aglomeraciones y prevenir contagios. El ámbito sanitario ha tenido que hacer frente a problemas como la escasez de provisión de materias primas para la elaboración de medicamentos y vacunas, la falta de materiales, EPIs y camas UCI para la atención de pacientes críticos en los primeros meses de la pandemia, el alto riesgo de contagio por parte del personal sanitario o la politización de la crisis. A pesar de todo esto, ha logrado hacer frente a la mayoría de estas dificultades con una apuesta clara por la innovación y la implementación de nuevas tecnologías que, lamentablemente, suelen quedar fuera del alcance de la sanidad pública.
Desde el sector farma ya se comienza a hablar, por ejemplo, de la figura del especialista de healthcare, un experto en la implementación de sistemas de IA y el análisis de Big Data que trabajaría bajo la supervisión de personal médico para agilizar la salida comercial de nuevos medicamentos, incluyendo el trabajo de los investigadores. En cuanto a los centros médicos y laboratorios, uno de los elementos clave para aumentar los beneficios pasa por digitalizar absolutamente todos sus activos (ya sean medicamentos o maquinaria médica) y disponer, en tiempo real, de todo el stock, el precio, su disponibilidad, la posología, las instrucciones, los informes, etc.; todo disponible desde la nube a través de dispositivos móviles mediante una app. Se calcula que el mercado mundial de las aplicaciones móviles médicas generarán más de 11.000 millones de dólares para 2025.
En nuestro país, aparte de las inversiones privadas, el sector podrá acceder a los cerca de 12.000 millones de euros de los fondos europeos siempre que las propuestas de innovación en el sector tenga impacto en uno o más de los ejes marcados por la UE: transformación digital, transición ecológica, incursión territorial y social y, finalmente, igualdad. Estos cuatro ejes deberán cruzarse con las áreas fundamentales para el futuro de nuestro sistema de salud, que son la investigación, la automatización de procesos y el desarrollo de herramientas de accesibilidad, telemedicina o autodiagnóstico para los pacientes, en una suerte de empoderamiento que busca otorgarle mayor capacidad de decisión en las cuestiones que afectan a su salud. No en vano, la industria sanitaria está invirtiendo millones de euros en poner al paciente en el foco de la salud, convirtiéndolo así en consumidor, y a la industria en proveedor de servicios y productos.
Como último apunte, es necesario recordar que existe un elemento común a todo proceso de transformación digital, sea este más o menos innovador, que es la seguridad. Cuanto mayor sea el grado de digitalización y dependencia digital, mayor será la insistencia de los cibercriminales para minar las defensas de nuestros datos personales, de los resultados de meses de investigación, de los desarrollos de medicamentos, etc. Pero no olvidemos que proteger la sanidad no se limita a la ciberseguridad, es esencial proteger, cuidar y sostener al personal médico y a todos los profesionales sanitarios.